Stefan Zsaitsits 

ROMPER UN VASO

Estaba al borde. Lo juro. Casi imperceptible,
atento a la ruina como a punto de darse muerte
como sabiendo el lugar exacto dónde hacer fuga.

Estaba al borde.

Tuve un amor alguna vez. Era como vivir de la sed,
darse contra el mar hasta romper el cuerpo.

Pero no era mi cuerpo lo que se fragmentaba
en la caída,
no esta vez. El vaso caía por el peso de su nombre,
dije vidrio y no necesité más para cortarme.


La poesía hace estas cosas.
Stefan Zsaitsits 

LO HIPODÉRMICO


Madre, y acaso porque no sé hablarte me hago pedazos contra la luz y tu cuerpo. Esto naciendo se llama hacer el adentro, ahuecarse en el otro y fecundarse azul como si incluso uno supiera hendirse. Entonces estás triste: no se puede hacer el fondo desde esta brutalidad que nos atenta. ¿A dónde la calidez de los brazos que supieron contenerte? Padre no está y mis brazos no saben ahondar en tu nostalgia. Enseñame a nadar. A dar el paso. Espero nos muramos juntos en esta urgencia de reconocer la vida, rompernos la carne en esta tristeza lúcida que somos floreciendo.
Stefan Zsaitsits 

EL ÚLTIMO APAGUE LA LUZ

Oh, ser un capitán de quince años
Pere Gimferrer

Sin fuerzas de pertenecer un poco al mundo
cuando es la vida me dejo caer:
acá empieza mi nombre y termina mi sombra
hallarse de pronto con el cuerpo tendido
tu nombre en el lugar de la conciencia
contar uno a uno los años en el pecho,
de golpe, sin pedir permiso a la muerte.
Esto es la clemencia. Escribo porque
me ahogo y ya no sé quién soy
porque soy el mismo, todavía.
¿Qué se sentirá escribir una victoria,
tener las manos llenas?
Digamos que me voy.
Este es el exilio que hace de mi cuerpo
una luz enorme donde enceguecer la vida
una tumba azul para velar
lo que fue arrancado, a tientas,
de la tierra
Stefan Zsaitsits 
Tiendo la mano a la espera, la puerta está sin llave.  Prendo una vela para hablar del vértigo como las gitanas en las noches celestes. La silla está vacía, poco importa. Explico lo que es. Cómo se escribe.

Pienso: Se dice la espera cuando la letra está al borde y la noche entra para no irse más. Te digo siempre, no más subyugar transparencias.

Una vez hubo que hacer el amor para crearlo. Ahora qué. Ahora quién.
Son incansables los fonemas de pronunciar las despedidas. Es ineludible  escribir.

dónde las ofrendas/  donde las plegarias

las palabras descosen la costura del amparo:
Aquí tatuaron sus huellas
los que
me habitan.

Te pones de cuclillas, despacito, como las penumbras en mi ojo derecho. Se declaman las danzas más preciosas.

Ahora nadie.
Stefan Zsaitsits 

DOS

La noche brutal y negra. Yo torpe y fundamental.
En mis manos convulsas las esquirlas floreciendo. Madre, aún no he dejado de llorar porque el alba y el frío colorean de azul los corazones de los muertos. Me han quitado el otoño: lo único vivo en la memoria de mis manos.


*
Es un muro la veta más preciada de blancura. Los ojos abriéndose pero para adentro. El alma abriéndose pero para adentro. Cómo se explica lo que pulsa bajo el esternón, esta cosa indicando que un puñado de estrellas jamás podrá acunar la Luna. Lo que somos. Lo que nunca fuimos: esta sed hueca, honda, indomable. La locura en saciedad. El miedo en saciedad.

La muerte danza en todas las constelaciones del cielo y yo lucho apenas contra la inmovilidad de mis huesos.



Quiero fallecer a la luz del desgarro.
Stefan Zsaitsits 

LA VIDA ES SUEÑO

Improvisarse una perdida:
salir del cuerpo de la madre
arrancar de cuajo la existencia
en esta intensidad de rompernos
como quien juega con la muerte
un triciclo
el sol
la infancia hermosa y triste
como Ofelia acariciada por el mar

así nacen las tristezas;
en ese hacer empuje en la carne
descosernos la sombra mientras dios
equilibrista y tambor no sabe sostenerse
sin arrancar de la hondura esto que somos:

hombres ineptos de toda angustia
que no aprendieron a rechazar lo persistente
—esta vida —
la vida que se nos ha confiado

sin dar espacio a huelga
ESTUDIO SOBRE EL FRACASO

Padre nuestro
no sé cómo se escribe tanta vida.
Tuve que decir la plegaria porque la fisura
 marca lo insufrible de mi cuerpo.

No cabía la luz. Lloraba
como si me hubieran llamado Pablo o infinidad,
es lo mismo; como tragar sin querer el pecado
de haber nacido insaciable.

Escribir la ruina, escribir la catástrofe
hubiera sido más fácil que decir mi nombre.
Por ejemplo, hagamos de cuenta 
que es alba y que no estás.

Hay que hacer fuerza para nunca
porque la letra no cede. Se hace de golpe
un intento por dejar la plegaria y empujar
la náusea para adentro, un proceso inútil y
nefasto como aprender a mirarse  las grietas,
ahogarse sin para quién, sin para dónde.

Dije: así se hace la noche
un empujón con las yemas para parir
el llanto por la boca:

sin palabras para renunciar a la calidez
de nuestros huesos, sin fuerzas
para dejarnos caer  en la memoria del mar
que nos ha visto